A todos nos encantan las historias de éxito. Ver cómo otros han cumplido sus sueños nos da esperanza, nos motiva a seguir adelante con los nuestros y nos dan razones para emprender. El problema es que muchas veces estas historias no muestran toda la verdad, sino que solo nos enseñan la parte “bonita”. Faltaría conocer los momentos difíciles, las decisiones complicadas y a veces equivocadas que sufren la mayoría de las empresas en sus inicios.
El perfil de cada emprendedor es diferente, pero algo que han de tener todos en común es el manejo de la frustración, ya que, como explicaremos a continuación, lo único peor que el fracaso es cómo nos enfrentamos a él. Del fracaso del emprendedor se puede aprender y levantarse. Lo peor es la sensación de desazón, dejadez y/o frustración por no haber hecho todo lo posible para alcanzar el objetivo deseado.
Una de las razones por las que fracasan algunas empresas es por no ser lo suficientemente flexibles para trazar nuevos caminos para conseguir sus objetivos. Lo mismo pasa con las metas. Podemos plantearnos una de inicio pero en el día a día darnos cuenta de que ese no era nuestro destino. Para no rompernos los esquemas del medio o largo plazo podemos fijarnos hitos intermedios, cuyo cumplimiento nos mostrarán más claro el objetivo final.
En el trasfondo de todo esto está nuestro temor al fracaso empresarial. A no llegar. A no cumplir. A perder. Pero si luchamos y ponemos todo nuestro empeño y recursos en ello, aunque fracasemos, no saldremos frustrados de esta situación y habremos aprendido más de lo que creemos para el siguiente reto. Como decían en la Antigua Roma: “Gloria para los vencedores y honores para los perdedores”.
Nos venden que el fracaso del emprendedor es bueno, que nos ayuda, que si no has fracasado no eres un emprendedor de verdad y que se aprende más del fracaso que de los éxitos. Y hasta cierto punto puede que sea verdad pero, siendo sinceros, ¿nos hay mejores maneras de aprender que fracasando? Creemos que sí.
No obstante, el fracaso del emprendedor no es el fin del mundo. Del fracaso tenemos que aprender, analizar el por qué, tomar las decisiones adecuadas y seguir adelante con este u otro proyecto. En definitiva, tenemos que hacer lo mismo que con el éxito.
Si te encuentras a punto de tirar la toalla porque tu última idea no fue un éxito, ¡no lo hagas! Existen varios consejos muy útiles para que tu próxima emprendeduría no fracase.
En resumen, el fracaso empresarial no lo consideraríamos positivo, pero tampoco es el fin del mundo. Si tu idea no es exitosa, ¡prueba con otra!
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